Cracovia Hoteles

Situado en la calle más antigua y pintoresca de Cracovia, el Hotel Copernicus goza, sin duda, de la mejor dirección postal de la ciudad. Simplemente con entrar en su bello patio, uno se da cuenta de que nada en este lugar es fruto de la improvisación. El personal es especialmente atento y cuidadoso con todos los detalles. La decoración del hotel fusiona con éxito piezas antiguas con la comodidad actual. Las 29 habitaciones y suites son preciosas, con muebles oscuros y elegantes, suelos de madera y reproducciones de frescos en las paredes. Destacan la inteligente iluminación y el buen uso de tejidos delicados en todos los espacios. La terraza de la azotea, con espectaculares vista de Wawel y la piscina acondicionada en una antigua bodega medieval de bóveda enladrillada no hacen más que añadir encanto.

Este delicioso y viejo hotel ocupa una encantadora residencia aristocrática del siglo XVIII y su modo de trabajar está estableciendo nuevas tendencias en la hostelería del país. Los tejidos usados en sus 53 habitaciones son todos naturales, los baños son de mármol y dispone de gimnasio, piscina y terraza en la azotea. Además de todo eso, su localización es inmejorable: en la esquina noroeste de la plaza del Mercado Central.

El Hotel Amadeus, inspirado en la vida de Mozart y su música, es uno de los más refinados de Cracovia en su categoría. Sus 22 habitaciones no destacan por espaciosas, pero se han amueblado con gusto usando antigüedades y también toques actuales. Según parece, el príncipe Carlos se alojó aquí una vez (échale un vistazo en la recepción a las fotos de huéspedes distiguidos) y, en efecto, la cordialidad y la eficiencia del personal te harán sentir que caminas por donde antaño lo hizo la realeza. El hotel también dispone de sauna, instalaciones deportivas y un reconocido restaurante gourmet.

Esta pieza de la historia local lleva ofreciendo sus servicios desde 1815, lo que lo convierte en uno de los hoteles más antiguos de Cracovia. Rodeado de modernos establecimientos, al entrar, el huésped bien puede experimentar que vuelve al pasado. El hotel mantiene el encanto decadente del siglo XIX con muebles de época y otras antigüedades. Si a eso añadimos la estupenda localización en el casco antiguo y un magnífico servicio, podemos predecir que a este hotel le quedan al menos otros doscientos años de ofrecer deliciosas estancias a sus huéspedes.

Parte de la cadena de hoteles boutique Donimirski, el Hotel Pugetow se levanta aledaño a un palacio neorrenacentista del siglo XIX que lleva el mismo nombre. Dispone de 7 habitaciones y suites de denominación y diseño individualizado. Entre los extras se incluyen albornoces con bordados, baños de mármol negro y un fantástico restaurante en la antigua bodega del sótano. Si puedes permitírtelo, reserva el Kwiatkowski, un hermoso apartamento decorado con pinturas al óleo, porcelanas chinas y tejidos en suaves colores crema.

El Albergue The Secret Garden tiene una oferta diversificada, desde dormitorios comunes, hasta habitaciones dobles de lujo o apartamentos. Además, está a nada del animado barrio judío, Kazimierz. Las habitaciones privadas son sencillas y modernas. Sus muebles de metal forjado, paredes vistosas, colchas de vivos colores y la limpieza hacen la estancia cómoda y agradable. El personal es amable y profesional. Eso sí, el desayuno resulta un tanto básico, te lo haces tú mismo, aunque, con tan buen precio, no cabe quejarse.

Escondido en una tranquila calle cerca de la plaza del Mercado Central, el Hotel Mikolaj es una reserva de calma en medio de esta animada ciudad. Esta casona restaurada tiene 10 habitaciones bien acogedoras, con su pequeña cocina y su saloncito. Si no te apetece el corto paseíllo hasta los restaurantes del centro, el hotel te ofrece el suyo, seguro de no decepcionar. Sirve cocina polaca con un punto internacional en un atmosférico espacio organizado en dos niveles.

Cuando entras en la Casa de Huéspedes El Piano, ten en cuenta que sigues un rastro sagrado: el papa Juan Pablo II la visitó dos veces en los 50, cuando era vicario de la parroquia. En la actualidad, esta casa de estilo vienés bellamente conservada por la familia que la posee desde 1886 es una joyita, a pesar del desaliño del vecindario. La cálida hospitalidad del personal, los buenos desayunos y el inventario de anécdotas de sus propietarios compensan con creces ese pequeño inconveniente.