La Habana Hoteles

Este hotel de alta categoría, envidiablemente situado a caballo entre La Habana Vieja y la Central, ha sentado las bases del alojamiento de lujo en la capital cubana durante años. En 2012, añadió las 149 habitaciones de su nuevo edificio La Torre, cimentando aun más su reputación como uno de los mejores lugares de la ciudad para alojarse. Conectado con el edificio original y sus 277 habitaciones, La Torre tiene un aire menos recargado y las habitaciones presentan un estilo más fresco. La piscina en la azotea con vistas panorámicas de la ciudad es, sin duda, uno de sus puntos fuertes.

Considerado por muchos como uno de los mejores hoteles de lujo de La Habana (si no, que le pregunten a Beyoncé y Jay-Z, que celebraron aquí su aniversario matrimonial en 2013), el Saratoga ofrece sobria elegancia en una zona de primera, justo en frente del edificio de El Capitolio. Hay 96 habitaciones, todas ellas igual de cómodas, aunque varía la decoración, desde el estilo de encanto colonial al chic más moderno (las "deluxe patio" o habitaciones estándar dan al interior y son menos apetecibles). Algunas, con terrazas que bordean todo el exterior e interiores en caoba, son espectaculares.

En su día, en los viejos tiempos, este hotel frente al Malecón fue punto de reunión de famosos gánsteres. De hecho, fue construido por el famoso capo de la mafia Meyer Lansky y todo, desde los sofás retro de la recepción a los espectáculos de cabaret de su The Copa Room, nos devuelve a aquellos años del pasado. Por desgracia, se aprecia que las habitaciones tampoco se han renovado desde entonces, aunque, si miramos por el lado bueno, hay que decir todas las habitaciones son enormes, tienen vistas al mar o a la ciudad (si se puede, conviene reservar en los últimos pisos y con terraza), y las ventanas se pueden de verdad abrir. Merecen la pena la piscina de agua marina y el bar del lobby.

Su edificio es una de las muestras más impresionantes de la arquitectura de inspiración morisca de la ciudad (al menos en la fachad y la recepción). En verdad, es un festín para la vista, desde el exotismo de las paredes azulejadas de la recepción a las espectaculares vistas panorámicas del restaurante ajardinado en la azotea. Su localización (a un paso del Paseo del Prado, el Gran Teatro y muchos museos) pone los principales atractivos de La Habana al alcance del huésped. No obstante, las habitaciones pueden defraudar un tanto, así que mejor echarles un vistazo antes de registrarse. El lobby está siempre en ebullición, con actuaciones musicales en vivo, brindis con copas de cóctel y muchas risas.

Uno de los establecimientos más modernos de La Habana, este hotel boutique tiene una localización soberbia, con vistas al Malecón. Además todas las habitaciones cuentan con su terraza privada con panorámicas espectaculares del Caribe. Uno de los huéspedes ha dicho que es como estar en un barco, tal es la cercanía del mar. Este lugar tiene tanto encanto que hay que tener mucha suerte para encontrar una de las 14 habitaciones libre; colmo de la suerte sería poder reservar una en la esquina del edificio (con dos terrazas); y ya ni hablamos de conseguir una de las dos suites (con terrazas largas y espaciosas). El personal es amable y presta especial atención al detalle. Además, está a una cómoda distancia a pie de atractivos lugares y restaurantes excelentes.

La estupenda ubicación y los buenos precios hacen del Park View una elección preferida por muchos. Cercano al famoso Museo de la Revolución y a las exquisitas salas del Museo de Bellas Artes, este pequeño hotel de La Habana ofrece una cálida bienvenida a la ciudad. Funcionales más que atractivas, las habitaciones cuentan con aire acondicionado, televisión por satélita y cajas fuertes. El restaurante tiene deslumbrantes vistas de la urbe y el personal destaca por su amabilidad.

A pesar de que este hotel en el verde barrio de Vedado goza de estupenda ubicación, a un paseo del Malecón, se nota que ha conocido épocas mejores. Las 86 habitaciones están bastante bien equipadas, aunque puede ser que no todos los grifos, los aparatos eléctricos o las luces funcionen. Con todo, a su favor cuentan una piscina en la azotea, la famosa discoteca Pico Blanco en el último piso y las vistas al mar de algunas de las habitaciones. Todo eso permite a muchos huéspedes (sobre todo, estudiantes y jóvenes viajeros, que frecuentan sus instalaciones) pasar por alto los desperfectos del lugar.