Manila Guía de viaje
Acerca de Manila
Considerada la "Perla de Oriente" en la época de dominio colonial español, Manila muestra en la actualidad una cara menos amable. La ciudad está ubicada en la costa oeste de la isla de Luzón y esta rodeada por fértiles planicies. Se extiende a ambos lados del delta del río Pasig, una vía fluvial navegable que comunica la Laguna de Bay con el amplio puerto natural de la Bahía de Manila y el Mar de la China Meridional. El clima de la capital es cálido y húmedo a lo largo de todo el año, aunque está suavizado por la brisa marina. En mayo y septiembre se producen numerosos tifones.
Originalmente, Manila fue una conglomeración de 17 ciudades y pueblos que se unieron bajo el régimen del presidente Marcos en 1976. El núcleo urbano actual es Metro Manila, que comprende la capital colonial de Intramuros y otros cinco distritos: Ermita, Malate, Quipao, San Nicolas, Paco y Binondo. La aglomeración se extiende a lo largo de 38 km² (15 millas cuadradas) hasta las zonas periféricas de Quezon City, Pasay City, Pasig City y Makati City, esta última el centro de negocios y el lugar donde se concentra gran parte de la vida nocturna.
A lo largo de la historia, la topografía y la situación estratégica de la Bahía de Manila, a medio camino entre las rutas de la seda y las especias del Viejo Mundo y la ruta de la plata del Nuevo Mundo, favoreció el comercio e convirtió a la región un auténtico imán para los comerciantes marítimos. Los chinos fueron el primer pueblo extranjero en comerciar con las islas en el 98 d.C. A finales del siglo XV, los incansables europeos, con Fernando de Magallanes a la cabeza, pusieron sus pies en el archipiélago por primera vez. El marino portugués desembarcó en Filipinas en 1521 y reclamó las islas para la corona española, que ocupó Manila (llamada Maynilad por los anteriores colonos musulmanes) en 1571. A pesar de la revolución llevada a cabo por los nativos y la proclamación de la independencia, el archipiélago cayó de nuevo bajo otro poder colonial, esta vez el de los norteamericanos, tras el colapso del imperio español en 1898. En 1935 los Estados Unidos aprobaron la Commonwealth de Filipinas, aunque ésta fue aplastada poco después por la invasión japonesa de 1941. Tras una amarga tentativa por parte de las fuerzas estadounidenses y filipinas de defender Manila, la ciudad cayó finalmente en manos japonesas en 1942. Dos años más tarde, las tropas norteamericanas la recuperaron en una serie de batallas navales y terrestres que dejaron la ciudad prácticamente destruida y despoblada.
Los filipinos obtuvieron la independencia en 1946. Tras la elección en 1965 de Ferdinand Marcos, se produjeron disturbios y protestas antigubernamentales que le proporcionaron la excusa perfecta para declarar la ley marcial en 1972, momento que inauguró quizás la tiranía más extravagante jamás vista, durante la cual Marcos gobernó hábilmente asistido por su esposa, Imelda Marcos. Los desmanes de este régimen continuaron hasta 1986, cuando la revuelta conocida como "people power" (el poder del pueblo) y la deserción de figuras clave del régimen forzaron al matrimonio a un cómodo exilio. Las posteriores administraciones diplomáticas han mejorado la imagen política de Filipinas, aunque no su economía.
En la actualidad, Manila es una caótica aglomeración que ejerce una desproporcionada influencia sobre la totalidad del país y en la que se dan enormes contrastes. La dicotomía entre riqueza y pobreza es muy evidente, con barrios de estilo palaciego que contrastan con los campamentos de chabolas cercanos al río, en los que los indigentes se ven obligados a escarbar en busca de comida en los vertederos para sobrevivir. Gran parte de Manila continúa estancada en las pantanosas aguas del subdesarrollo y los cambios políticos han hecho poco por cambiar esta situación. El caos inherente a la capital refleja la diversidad cultural de Filipinas -el país está formado por más de cien minorías culturales diferentes.
Manila es una abrumadora urbe que puede llegar a agotar al que la visita por primera vez. A primera vista, la combinación del ruido, el incesante tráfico, la polución, la pobreza y las precarias infraestructuras de muchas de sus zonas pueden hacer que la ciudad parezca intimidante. Sin embargo, la energía de Manila y el buen humor de sus habitantes pueden llegar a contagiarse en muy poco tiempo.